permiso, permiso, zas.

Viajar en el subte de BsAs es lo más parecido a vivir en el infierno pero sin estar muertos.

La raza más despreciable de personas que intentan subir cuando no hay más lugar ni para que entre una bocanada de aire parece multiplicarse con el paso del tiempo. Son como zimbies, basta que te respiren en la nuca para que te contagies. Solo sería feliz si un rayo justiciero de Zeus los aniquilara mientras van saliendo al exterior por escalera mecánica (ya que ninguno va a optar por escaleras comunes, hacer ejercicio es mala palabra).

Pero hay una raza más involucionada, más primitiva y asquerosa, me refiero a los que no dejan a las personas bajar del vagón. Viajan parados al lado de la puerta, muchas veces apoyada en ella (rezo para que se abra en pleno viaje pero no sucede). Estos organimos no entienden que para que las personas normales bajemos ellos tienen que bajar también, tampoco conocen el significado de la palabra PERMISO.
Por eso hago justicia por mano propia, gracias a mi mochila o lo que tenga en la mano, al segundo PERMISO que ignoran comienzo a revolear el objeto de referencia, haciéndome "el distraído" aplico golpes mortales que los revolea en direcciones varias, y en ese momento siento el poder de la justicia fluyendo por mis venas, ellos saben que no pueden quejarse porque al fin y al cabo el justiciero necesitaba salir, se quedan mudos, tratando de incorporarse y volver al lugar que sienten propio, la puerta del vagón.

Hay que estar preparados, pronto tendrán un sindicato y van a organizarse, por eso tomen sus mochilas, sus carteras, sus bolsas o lo que tengan a mano y apliquen la técnica del "distraído", la sensación de placer es de tal volumen que se vuelve adictivo, tanto que viajar en subte en hora pico puede transformase en tu nuevo pasatiempo.